NO SE ENTIENDE

Desde la clase social a que uno pertenece, se comprende la militancia o pertenencia ideológica a una u otra parte, y se comprende que haya quienes no entren ni salgan al corro de los sentimientos políticos, bien por comodidad, por amorfos o por otras razones. Pero lo que no se entiende por mucha que sea la comprensión y aceptación de la condición humana, los cambios y los desengaños que hagan mudar los modos de pensar, es que--como ocurre--haya quien, perteneciendo a una condición, la traicione; reniegue de sus antepasados, olvide su cuna y se convierta en traidor a su historia, a su condición, a sus orígenes, a sus padres y a su clase, para pasar a servir a quienes siempre han estado enfrente, siempre han sido, hasta entonces, los adversarios de su causa, y siempre han sido los que explotaron a los suyos y a los de su clase, desde que la memoria recuerda ... Y que un trabajador, si lo es, uncido siempre al yugo, bendiga y si alíe a quienes la han uncido, sino a él sí a los suyos por generaciones, pase a ser adversario y contrario de los de su clase, no se entiende.No lo entendemos.
Cierto es que el mundo está lleno de renegados, de vilezas y de traidores.Pero que uno se traicione a sí mismo y a los suyos, no lo entendemos.Y que salgan hijos retorcidos de padres derechos, tampoco lo entendemos; que formen hijos de trabajadores, de obreros que padecieron persecuciones y calamidades, en las filas de quienes siempre les han sojuzgado, lo mismo: tampoco lo entendemos. Y que levanten la voz en nombre del Trabajo quienes nunca trabajaron, tampoco se entiende, y que digan en nombre del derecho los que precisamente lo atropellaron siempre, tampoco lo entendemos.Y que salgan vástagos estériles de troncos fértiles, tampoco.
Y que, en democracia, aquí o allá, a la hora de las votaciones, como las que se avecinan para el próximo mes de marzo, haya quien haga caso a cantos de sirena y voten contrario a su origen trabajador, a la memoria de sus antepasados, víctimas de seculares de los que se presentan,una vez más, como salvadores de la patria, tampoco lo entendemos.
Y, aunque no entandamos ni estas cosas ni otras, por lo menos nos permitimos decir que nosotros sí pertenecemos a la nuestra condición y, a la hora de votar, lo hacemos de acuerdo a nuestra clase, ajeno a las bendiciones que obispos y cardenales; libres y sin hacer caso a los referidos cantos de sirenas, promesas y más promesas de quienes, cuando estuvieron gobernando, ellos y /o los suyos, nunca dieron nada mientras que ahora lo prometen todo.
Por mi parte, gane o pierda, nunca negare ni renegaré de mi condición.-AS

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