LA RAZON DE GABILONDO

Aunque haya quien le niegue -lo mismo que Pedro negó a Cristo--lo cierto es que Iñaki Gabilondo es uno de los periodistas más serie y rigurosos que uno pueda echarse a la cara en la actualidad española. Su entrada en el programa que presenta en la Cuatro es casi siempre un versículo de innegable fuerza moral.Una aseveración irrefutable ante lo que viene aconteciendo en este país, de tantos patrioteros que no aceptan de ninguna manera la existencia de patriotas. Ellos se juzgan los mejores, por eso, cuando alguien, como hace Gabilondo, pone las cartas boca arriba con la fuerza de sus palabras, le lanzan chuzos e improperios. Pero él sabe lo que dice y porqué lo dice.

"Los vencedores de la guerra no perdonaron nunca, ni perdonaron nada ni a nadie."Categoría de dignidad merece su aserto. Y lo que sigue: "Como sospechábamos, la intención de Garzón de juzgar por lo penal la sublevación franquista tiene pocos visos de prosperar. El recurso de la Fiscalía es durísimo contra Garzón". Y todo, por lo que parece, "porque el espíritu de la transición dicen hora que ha sido traicionado". O sea--decimos nosotros-- porque los que lograron que, en la transición, no se revolvieran las tumbas anónimas para tener en paz la fiesta de disponer de una constitución, hasta entonces perseguida, ahora se soliviantan porque, en buena ley, haya quien exija que los muertos por tanta represalia tengan un reconocimiento y una tumba como los demás. Además de ser víctimas de una persecución cruenta e injusta.

Fraga Iribarne, como no podía ser de otro modo en él, salio airado manifestando que ya había habido una amnistía nacional, que el perdón y la reconciliación ya habían tenido lugar. A que, pues, vino a decir ¿se procuran revolver las tumbas de los muertos? Déjenlos en paz", acabó diciendo, olvidándose, claro, de que la paz y el silencio en que estuvieron siempre, fue impuesto por la fuerza, de la que él, don Manuel, tanta gala hizo.

La paz forzosa no es paz. A la fuerza, ahorcan.Callar, para no sufrir más acoso y daño, era obligado. Por eso hubo tanto silencio y tanto dolor silenciado en tantas familias que tuvieron y tienen a sus mayores en ignoradas fosas, y ahora, con esta Constitución limitada o, por lo menos en la que no se trataron ni constan algunos derechos que sí existen en constituciones más completas, vienen los que todavía no condenaron el levantamiento del 18 de julio y advierten que se está volviendo a tiempos pretéritos, en los cuales el levantamiento militar fue necesario.
"Que no hay porque abrir viejas heridas"... O sea, que heridas sí hubo. Heridas que es una mera aproximación metafórica, ya que lo que hubo fue mucho más.

Y quienes tal causaron siguen sin ser juzgados por la Historia. Y herederos o admirados de aquellos que hicieron lo que hicieron por la gracia de Dios, son los que siguen en sus trece de amenazar a quienes, por derecho y justa ley, reclaman que sus padres y hermanos sean recuperados de las fosas anónimas y dignificados, cuando menos, con un lugar más adecuado que las cunetas, pozos, socavones o matorrales que todavía ocupan. ¿De qué amnistía hablan los que se oponen a hacer justicia a tantas víctimas?
Fraga Iribarne contrariado por la justicia que piden
los familiares de las victimas del franquismo
Iñaki Gabilondo supo lo que decía -y dijo días atrás. "Los vencedores de la guerra no perdonaron nunca, no perdonaron nada y no perdonaron a nadie". Eso es así. Eso se sabe y eso sigue así todavía. Y la evidencia es que los resentidos y renegados que hoy son autores de cabecera de muchos personajes de la llamada derecha conservadora, invierten la verdad, la tergiversan y mienten hipócritamente. Y por si eso es poco, basta leer a un par de periodistas asturianos, los cuales, un día si y otro también, el que no ve a Rodríguez Zapatero como el causante de todos los males del mundo, ve que la Iglesia --según manifiesta-- está siendo insultada,--ella tan casta y pura-- y está siendo acosada y atacada sin piedad por el actual Gobierno socialista, con su provocadora ley de laicismo, que tanto les preocupa. Semejantes periodistas son sobradamente conocidos. Y no precisamente por su condescendencia y comprensión hacia quien piense de modo distinto a sus credos. Paz para ellos, sin embargo.
Que perdonar, ya se sabe quienes perdonan.

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