HE PECADO. PERDÓNAME, SEÑOR...

Lo confieso. He pecado.Y, lo que es peor, que sigo pecando, de vez en cuando. Y no sé si es un pecado mortal o venial. Pero sé que es pecado, de eso no me cabe duda. Claro que mi pecado no es congénito, ni es --ni mucho menos--por afinidad ideológica; ni por vicio ni, como hay otros que pecan, por haber renegado de mi condición de trabajador a pico y pala; no, ni por haberme vendido por un plato de lentejas. Nada de eso, señor. He pecado por necesidad de saber lo que dicen otros, los otros, señor, ya sabes, los protegidos por tu Iglesia.Los voceros de la COPE. Este es mi pecado, señor. Que quise escuchar, a ver qué decían, al que llaman Federico Jiménez Losantos, por la mañana y, consecuentemente, por la noche, a otro --que tal baila--y que llaman César Vidal. Y, señor, ¿qué quieres que le diga? Ambos son tal para cual y están donde están, en la emisora de los obispos, porque en otra parte no serían aceptados ni permitidos. Repelen, repugnan, insultan y, en sus disertaciones, no dejan títere con cabeza. De modo que, donde no hay causa, lo encausan ellos y todo lo que les huela a socialismo y a Gobierno es vilipendiado, insultado y calumniado. No tienen otro objetivo.
Isabel Durán
Y es por eso que he pecado, señor, escuchándoles. Necesitaba oír de viva voz lo qué dicen y, lo juro, señor, y no es jurar en vano, son mitineros perpetuos, repulsivos, uno con la voz de cascarrabias, otro con voz engolada y, ambos, como no podía ser de otro modo y estando donde están y sirviendo a quién sirven, te citan a Ti cada dos por tres. Ya sabes cómo recurren a tu nombre estos tales y los tales otros que los amparan, como hace el Rouco Varela, tu mayor representante en España, según dicen que es. Pues aviados estamos, señor, con semejantes representantes tuyos, que si dependiera de alguno de ellos, serían capaces de armar otra vez la de Dios es Cristo en este país...Perdona por esta cita, pero no tuve más remedio.
Isabel San Sebastián,
no es lo que parece...

Reconozco mi pecado. Pero he de confesar que es, a mi ver, venial; pecado de poca monta; más curiosidad que vicio. Necesitaba escuchar lo que en la COPE se dice y, ¡coño!, señor, te digo que si Tú escucharas también lo que unos y otros dicen, bajarías y armarías una buena tremolina. Te digo que no es para cardíacos ni siquiera para propensos. Si, debe de reconocerse de ambos predicadores verba y verborrea a mansalva. La facultad que tienen para mezclar un asunto con otro, el agua con el vino, el pan con la mierda --perdón, señor, que yo no suelo emplear estas palabras ni de broma, pero es porque ambos personajes si mezclan uno con otro-- y, como si sólo se alimentaran de rencor y odio, no otra cosa sale de ellos que rencor y odio en sus disertaciones sobre la España de otros; la de ellos es la impoluta y la casta, la decente y la honesta; la de los demás, puedes averiguarlo Tú mismo, es todo lo contrario: un cúmulo de desastres, corruptos, inmorales, impíos, desalmados y, por este camino, lo que quieras, señor, lo que quieras.
César Vidal,
va de hombre bueno
pero obrando mal...

Así, pues, señor, tú ¿crees que mi pecado es para tener en cuenta o es para ser perdonado? Ya te digo, tal pecado ha sido por curiosidad, no por afinidad, ni nada que se le parezca. Eso lo sabes bien. Y lo malo es que no sé si estoy dispuesto a enmendarme y a no escucharles nunca jamás o debo hacerlo, de vez en cuando, como te dije, para tener de qué hablar, porque no hay persona cabal y sensata que no salga echando pestes de semejantes voceros amparado por la Iglesia. Y yo salgo igual, pero como mi pecado es menor al escucharles que el pecado de ellos al contar tamaños disparates y mentiras tantas, pienso que más digno de perdón soy yo que ellos.
Y la Iglesia, mientras tanto,
reza por sus fieles...

Claro, señor, que no están solos. Con ellos hay otros. Cuenta, si te parece, a Pedro J Ramírez, a Isabel San Sebastián, a Isabel Durán, a Pío Moa, al propio Rouco Varela, que los ampara; a otro obispo, Martínez Camino, además de otros de este entramado que Tú mejor que yo conoces, y verás que la lista es grande y larga, como la sombre de la Iglesia y la sombra de quienes hablan en nombre de España como si fuera de ellos, y ellos fuesen la única verdad o la verdad absoluta, con derecho al insulto, al vilipendio, a negar méritos a los demás y a desacreditar y menospreciar a todo lo que nos les cuadre en sus manejos. Señor, si estos son los que creen en Ti, bien puedes decir que ¡vaya tropa que te sirve!

Eso sin contar que, a diario, más que buscar concordia, buscan envenenar la convivencia en España. Otra cosa, si no es así, no cabe entender.


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